sábado, 29 de agosto de 2015

30 minutos

Este relato pertenece a mi libro de escritos "Tic... Tac... Escritos de una mente inquieta", que podéis leer a través de la aplicación Wattpad.


Sólo tengo 30 minutos para pensarte. Pensarte tanto en mis noches de soledad o como en el día más ajetreado.

Sólo tengo 30 minutos para hacerte el desayuno y llevártelo a la cama, y ver como abres los ojos y te despiertas mientras un leve rayo de sol entra por la ventana. Verte sonreír, tumbarme contigo en la cama y darte el mejor beso de buenos días que jamás te hayan dado.

Sólo tengo 30 minutos para vestirme y salir a pasear contigo, de coger tu mano y andar hasta perdernos por múltiples rincones.

Sigo teniendo 30 minutos para abrazarte fuertemente mientras la vida pasa y mientras deseo que el tiempo se pare y sólo estemos el uno con el otro mirándonos a los ojos sin nada que decirnos.

Sólo tengo 30 minutos para cenar en aquel hermoso restaurante donde nos conocimos, donde nos intercambiamos una mirada sin conocernos de nada y desde entonces nuestras vidas cambiaron para siempre.

Sólo tengo 30 minutos para hacerte una llamada al móvil y escuchar tu voz y que tus palabras resuenen como un eco en mi corazón.

Sólo tengo 30 minutos para tomar un café contigo en una cafetería abarrotada de gente, donde no importa la espera tan larga hasta que nos traigan nuestro pedido. Así estamos más tiempo juntos.

Sólo tengo 30 minutos para que vayamos a montar juntos en bicicleta por el campo con la suave brisa del Otoño.

Sólo tengo 30 minutos para darte el mejor beso y el más largo que hayas vivido jamás.

Sólo tengo 30 minutos para escribirte este mensaje de despedida. 30 minutos son pocos para toda la vida que me va a costar olvidarte.

viernes, 14 de agosto de 2015

Lo qué pasó aquella fatídica noche de Invierno

Nunca olvidaré aquella fría y lúgubre noche de Invierno. Esa noche cambió mi corriente vida en otra que jamás hubiese imaginado.
Salí de aquella cafetería bastante tarde y se me ocurrió la idea de coger un camino más corto para llegar a mi apartamento, ya que estaba muy cansada de trabajar en la nueva columna del periódico en el que tantos años llevaba trabajando desde que empecé a ser una becaria.
Así que, con el abrigo abrochado hasta el cuello, la bufanda bien liada en mi cuello y el gorro de lana en la cabeza, cogí mis documentos y mi ordenador portátil y salí de aquel agradable y cálido lugar.

La noche era muy lúgubre y estaba impregnada por un leve olor a podrido en sus calles. Para tomar mi ansiado atajo tenía que atravesar toda una calle comercial y un callejón al final de la misma, y así poder coger el autobús que me llevaría hasta la parada más cercana de la zona en la que vivía.

Con paso firme y decidido, llegué hasta la calle comercial. No estaba muy vacía y se podían ver aún a personas transitando los bares y cafeterías de la misma. Tras pasar la inmensa calle, llegué por fin al callejón. En el callejón hacía más frío que en el resto de la ciudad, pero no importaba, el único pensamiento que tenía era el de llegar ya a mi ansiado apartamento, poner los bártulos sobre la mesa y acostarme en mi cama.

En el callejón apenas había luz, estaba alumbrado por dos mugrientas farolas. Estaba muy oscuro y el olor a podrido emanaba de él con fuerza. Me subí la bufanda hasta la nariz para evitar oler aquel asqueroso olor, y fui decidida a cruzar el callejón y acabar una vez con todo aquello. A medida que iba cruzando, el callejón se me hacía más ligero de andar, eso me gustaba. Pero a mitad de camino, me encontré de cara, el suceso que cambió mi vida para siempre.

Mientras andaba, vi una sombra en el callejón de una persona, seguí avanzando y vi el bulto con más claridad. Era un hombre, de edad más o menos joven, con el pelo peinado hacia atrás y portaba simplemente una camisa de seda, un pantalón negro y unos zapatos bastante elegantes. Se encontraba echado en la pared como si esperase a algo o alguien.

<<Estará borracho.>> pensé.

Seguí caminando con determinación y mientras pasaba a su lado, me agarró fuerte del brazo que mis documentos cayeron al suelo, embarrándose. Fui a cogerlos de forma apresurada y a decirle unas cuantas cosas a aquel imbécil; pero cuando fui a agacharme a coger los documentos, él me cogió por la cintura y me puso contra la pared. El ordenador portátil y mi gorro de lana, cayeron también al suelo.

El individuo comenzó a desgarrarme de forma violenta la bufanda y a desabrocharme los botones de mi abrigo. Entonces, un pequeño halo de luz de la luna, hizo que le viera el rostro a aquel ladrón, violador, o lo que fuese.

Tenía el rostro muy pálido y unos ojos enormes y brillantes. Además, tenía unos rasgos marcados que mostraban una perfección única. De pronto, abrió la boca y mostró unos grandes colmillos afilados y brillantes. Era un Vampiro. Era mi fin.

Me mordió en el cuello con una fuerza aterradora. Sentía como iba absorbiendo cada gota de sangre de mi ser y como iba desfalleciendo todo mi ser rápidamente. Me sentía confusa y tenía la vista muy nublada y apenas veía nada con claridad. De repente, caí en el suelo muriéndome.

Con la vista nublada, distinguí a aquel ser del Averno acercarse a mí, pensé que me iba a dar la estocada final; pero de pronto, se mordió su muñeca y la sangre brotaba con fuerza. Me puso la muñeca en la boca y la sangre entraba en mi cuerpo apenas con vida. Al cabo de unos minutos mi cuerpo estaba reviviendo. Veía en la oscuridad como nunca antes creía que podía hacerlo. Mi tez era pálida y de mi boca surgieron unos colmillos brillantes y perfectos. Me había convertido en una de los suyos.

Me ayudó a incorporarme y entonces lo vi a él con una claridad alucinante. Apenas podía percibir el frío del Invierno y mis cosas estaban tiradas por el suelo bastante mugrientas. Aún estaba un poco confusa por lo que había pasado. El Vampiro se encontraba allí mirándome con una tranquilidad aterradora. No dijo nada.

Al cabo de un rato cuando me encontraba algo más en mis cabales, él solo me dio algunas indicaciones de lo que podía hacer y lo que no siendo como él; también me dijo que de vez en cuando iría a buscarme y me visitaría para que nos fuésemos conociendo mejor. Después, desapareció.

Recogí mis cosas del suelo y viendo que amanecía, le hice caso en cuanto a la luz solar. Así que fui a un cementerio que estaba a las afueras de la ciudad y me oculté en un panteón de una señora bien adinerada del siglo XIX y me oculté allí, entre aquel esqueleto.

A la noche siguiente, comencé mi cacería sangrienta. Ahora entendía el placer de los Vampiros al beber sangre humana. Solo conocía ese placer en libros, pero ahora que lo había probado, era una sensación alucinante.

Pasados algunos años después de mi suceso y acostumbrada ya a "vivir" de esta forma, me digné a escribir este texto mostrando como la vida humana te puede cambiar en un segundo, ya que a mí, me cambió pero ya no puedo cambiarla más. Yo ya no estoy viviendo la vida, estoy viviendo la inmortalidad.

jueves, 13 de agosto de 2015

Quiero

Tan solo quiero verte, saber como estás y sobre todo, saber de ti. Saber de tus andanzas, de tus sueños e ilusiones, qué te atormenta en tus noches de soledad y fuerte agonía.

Quiero conocer tus virtudes y sobre todo tus defectos, esos que te hacen ser la persona que eres. Quiero ver en qué persona has sabido convertirte y qué fruto has sacado de ello.

Quiero envenenarte el alma y atormentarte el espíritu con mis ideas, locuras y sueños, mas no quiero lastimarte con ello, pues no me lo perdonaría nunca.

Quiero mirarte a los ojos y que tú mires los míos. Que intercambiemos miradas furtivas y a la vez que sean dulces y cariñosas. Aunque realmente, no me importa el sentimiento, sólo quiero que nos miremos a los ojos.

Quiero que intercambiemos sonrisas temblorosas, que mostremos felicidad y nuestra timidez. Que sonriamos como dos imbéciles sin saber que decirnos ya que no encontramos las palabras exactas y tenemos que darle vueltas a la cabeza para encontrarlas.

Quiero pasear contigo en lugares tranquilos y poder contemplar el horizonte sin temor, sin tiempo ni demora; sin prisas y con ganas de disfrutar el momento.

Quiero ver contigo el amanecer, las puestas de sol y el anochecer con sus brillantes estrellas y silenciosos e inhóspitos rincones.

Quiero sentir tu aliento en mi nuca haciendo que se me erice el vello mientras me abrazas y me susurras leves palabras al oído mientras nos cogemos la mano.

Quiero que leas los poemas más bellos que alguien haya podido escribir jamás haciéndome reír o llorar por tan sublimes versos.

Quiero que me beses hasta hacer que me estremezca. Y quiero tus dulces besos en mi mejilla.

                                                 QUIERO, PERO NO PUEDO.

miércoles, 12 de agosto de 2015

Carta a una íntima amiga

Querida amiga:
Hoy, mientras vagaba por mis recuerdos y mis pensamientos, se me ocurrió la idea de escribirte una carta especial. No es nada importante, simplemente quería agradecerte todo lo que has hecho por mí y que nunca te has separado de mi lado desde que nos conocimos.

¿Te acuerdas del día que nos conocimos? Sé que sí te acuerdas pero me gustaría recordar aquel día en estas palabras. Estaba en el parvulario, jugando en el patio en la hora de recreo, el día estaba nublado y había llovido antes. Entonces, me acerqué a aquel charco y me empujaron en él, acabé completamente empapada y hacía mucho frío. Entonces, de repente, apareciste tú y me tendiste tu mano y me ayudaste a levantar. Desde entonces, las dos supimos en cierto modo que esto iba a ser para siempre, que nada ni nadie nos separaría; y así fue, nada nos separó desde aquel humillante momento.

Desde aquel día, empezamos a compartirlo todo: Nuestro primer libro de cuentos, nuestras meriendas, etc. E incluso hemos pasado muchos momentos, tanto buenos como amargos, aunque más de los segundos. Pero no me importa, siempre estabas tú ahí para ayudarme, protegerme y abrazarme. Me sentía y me siento tan segura a tu lado...

Siempre has estado en todos los acontecimientos de mi vida y me has dado tu calor y tu cariño, y aunque a veces he conocido a otras personas y te he dejado de lado, cuando éstas se han ido por su camino, con solo llamarte tú volvías a mi lado perdonándolo todo y con una sonrisa en la cara porque volvías a estar conmigo.

Me has hecho muy feliz y quería agradecerte en esta pequeña misiva todo lo que has hecho por mí todos estos años atrás y ver todos otros nuevos recuerdos que nos esperarán en un futuro juntas. Que sé de antemano que vamos a tener más momentos.

La verdad, me encanta hacer todo contigo, sobre todo cuando nos quedamos leyendo hasta la madrugada en el alféizar de la ventana mientras la Luna nos ilumina con su bella y melancólica luz que nos hace perder la razón. 

Si alguna vez me faltas, moveré cielo y tierra para buscarte un momentito y tener tu compañía, ya que has estado conmigo cuando he reído, he llorado, cuando he sentido rabia, ira, miedo, cuando he tenido pesadillas...

Nunca pensé que conocería a alguien tan leal como tú, generosa, cariñosa, alegre dentro de tu tristeza. Realmente, a medida que íbamos creciendo, no entendía por qué nadie quería estar contigo ni tener amistad. Eres bastante triste, lo sabes, lo mismo que sabes que te conozco bastante bien y te escribo estas palabras con todo el cariño del mundo; pero quiero que sepas que aunque tengas un carácter triste, eres quien me ha dado los momentos más felices de mi vida porque al fin y al cabo, tú siempre me has tendido tu mano y tu compañía siempre y eso es algo que te tendré agradecida toda la vida. Eres la amiga inseparable que todo el mundo querría tener y también quisiera que sepas que la gente habla mal de nosotras porque estamos muy unidas. No dejan de malmeter con sus lenguas llenas de veneno. Sé que te da igual lo que digan, a mí también, solo quiero que seamos amigas siempre, aunque por lo que gira en torno a mi alrededor, sé que no nos separaremos y que envejeceremos juntas.

Me despido de ti, mi fiel amiga, espero que mis palabras escritas te gusten y que las conserves siempre, te aprecio y gracias por tus momentos. 

Con mucho cariño para ti, mi querida amiga inseparable: SOLEDAD.

Mar de pétalos

El reloj no avanzaba y ella ya se sentía desesperada por salir de clase. La estaban esperando.
Cuando por fin sonó, salió disparada y lo vio allí, en la puerta. Parecía todo muy normal mientras caminaban juntos, pero de pronto, él comenzó a caminar muy deprisa dejándola a ella atrás.

Ella insistía en alcanzarle, pero él andaba más deprisa aún. Al girar la calle, vio como él se metía en una floristería, así que, ella fue hasta allí y entró. Lo vio en el mostrador con un gran ramo de flores. Sí, eran para ella.

Tan ilusionada y emocionada, cogió el ramo y empezó a oler aquellas hermosas flores una a una. Salieron de la floristería retomando su paseo, unos pasos más adelante los acontecimientos dieron un giro de 180º.

Ella vio el semblante mustio de él. Con toda la inocencia del mundo, aunque sabía lo que pasaba, se armó de valor y le preguntó que era lo que le hacía sentir mal.

Él contestó lo que tantas veces había oído decir a otros chicos con los que sus ilusiones fueron destrozadas y marchitadas como aquellas flores con cada palabra que él iba pronunciando.

Se había acabado... se había acabado todo otra vez, allí, en mitad de una gran calle abarrotada de personas, se había acabado todo con un ramo de flores en sus manos...

Ella, de tal rabia que sintió, le estrelló las flores en la cara, haciendo que los pétalos de las mismas, cayeran como una lluvia de colores en el suelo formando un inmenso mar de pétalos en aquella calle transitada y llena de vida.

Corrió y corrió por la calle con la cabeza agachada, la gente la miraba como si estuviese loca. Pero no lo estaba, estaba más cuerda que nunca. Sacó fuerzas de flaqueza y recordó su frase favorita de Molière: Nadie es capaz de evitar el amor, y nadie es capaz de evitar que su amor se acabe.

martes, 11 de agosto de 2015

El visitante del armario

Nadie pensó que la pequeña Nadia tendría aquel terrible final... Todo ocurrió una noche, cuando la dulce y pequeña niña fue a dormir a su habitación como siempre, dispuesta para ir al día siguiente al colegio. Preparó su mochila y su ropa para la mañana siguiente, se puso su pijama, se lavó los dientes y se metió en la cama con su osito de peluche. Todo normal. Al rato, llegó su madre, le dio un beso en su pequeña frente y apagó la luz, quedándose la pequeña dormida plácidamente.

Medianoche... el viento golpeaba con fuerza las ventanas de la casa. Los cristales de la ventana de Nadia sonaban tan fuerte que la niña se despertó y se incorporó en la cama abrazada a su oso de peluche. 

De repente, empezaron a oírse ruidos entre las paredes de la casa y en el armario de Nadia e incluso vio una sombra moverse por su habitación. La niña salió de la cama atemorizada y corriendo abrazada a su osito de peluche. Corrió hacia la habitación de sus padres, entró y se metió en la cama con ellos. Los padres de Nadia se asustaron y encendieron la luz rápidamente. Vieron a su pequeña muy asustada, abrazada a su oso y temblando. Sus padres dijeron que solo era el viento y que no tenía nada que temer. Pero aún así la niña, poco convencida, durmió con ellos.

Por la mañana, algo recuperada del susto, la niña fue al colegio. Iba con su vestido azul y sus zapatos blancos y su largo pelo ondulado y castaño le caía de una forma muy sutil por la espalda. Era una mañana hermosa con el cielo despejado y un sol resplandeciente. Pero la mañana de Nadia se torció en clase de Dibujo...

La profesora muy preocupada, llamó a los padres de Nadia y les citó de forma urgente. Los padres, muy preocupados por lo que podría pasar, llegaron al aula de Nadia donde los estaba esperando su profesora. La profesora, les invitó a que tomaran asiento y les mostró la causa de su gran preocupación: La profesora mostró el dibujo que había hecho Nadia.

El dibujo mostraba la habitación de la niña y el armario abierto con una gran garra y unos ojos extraños saliendo de él, y la pequeña, tirada en el suelo con un charco de sangre alrededor.

Los padres preocupados dijeron a la profesora que tal vez eran "cosas de niños", ya que su hija era una niña con mucha imaginación y que tomarían riendas en el asunto.

Salieron del aula bastante preocupados y no dejaron ni un momento de respiro a la niña, no le quitaban un ojo de encima.

A la noche, la niña se durmió como siempre y todo era normal en el día de Nadia. Medianoche de nuevo... otra vez el viento golpeando las ventanas y otra vez aquellos ruidos entre las paredes. Nadia se incorporó en la cama con los ojos pegados por el sueño, de pronto, cuando pudo ver con claridad entre la oscuridad de su habitación y vio una rendija abierta en la puerta de su armario. La niña asustada cogió su oso de peluche y lo abrazó con fuerza sobre su pecho. La pequeña tenía todos sus músculos paralizados por el miedo y no se podía mover, no podía gritar...

Una sombra se vio reflejada en la pared... La niña lo único que podía hacer era apretar su oso con la poca fuerza que sus músculos paralizados le permitían. Un enorme cuerpo apareció del armario, no se veía con claridad en medio de la oscuridad pero por lo poco que se podía apreciar, tenía unas enormes garras y unos ojos brillantes de un color rojo sangre y unos dientes y colmillos. 

La niña apretó fuertemente su oso y cerró los ojos...

A la mañana siguiente cuando su padre fue a despertarla para ir al colegio y abrió la puerta dio un grito de desesperación por lo que había visto en aquella habitación. De pronto, subió la madre de Nadia y quedó en estado de shock.

La pequeña estaba tirada en el suelo de la habitación con su oso de peluche en la mano. El cadáver de la pequeña tenía los ojos abiertos, ojos en los que aún se veían el miedo. Su cuerpo estaba abierto en canal con un gran charco de sangre alrededor.

En sangre había escrito en el suelo con letra infantil: NO ERA MI IMAGINACIÓN.

El padre de Nadia se suicidó tirándose por la ventana de la habitación de la pequeña, partiéndose el cuello de forma brusca. La madre de la pequeña acabó en un psiquiátrico por varios intentos de suicidio y alucinaciones sobre su hija.



lunes, 3 de agosto de 2015

Sigue la luz

Otra vez aquel lugar y la misma situación que se repetía de forma abundante. Aquella especie de inmenso parque sin ningún tipo de vida, todo tan solitario como siempre lo había visto. Con sus estatuas y sus enormes árboles y jardines.
Aquel paisaje nublado y grisáceo, la misma lluvia abundante y fría que le caía por su cabello, cara y toda su persona; aquella brisa que la hacía estremecerse del frío que sentía todo su ser.

Ella ya conocía toda aquella situación que tantas veces había vivido cuando estaba dormida, pero esta vez había un pequeño matiz que hacía que esta experiencia fuese un poco diferente; el ambiente estaba impregnado por un fuerte olor a tierra mojada.

Ella se dio cuenta de que también llevaba un vestido blanco y que llevaba los hombros al descubierto y que su pelo estaba más lacio que nunca y sus ojos aún más brillantes. Se estremeció al sentir el frío del agua de lluvia en sus pies a causa de los charcos.

Como ya sabía lo que iba a ocurrir después de tantas veces viviendo mientras dormía con aquella situación, se dignó a andar con sus descalzos pies como siempre lo había hecho. Andar de forma lenta pero constante como si no existiera el tiempo en aquel mundo creado por su subconsciente. Andar hasta la infinidad por aquel gran largo camino de aquel parque sin un ánima. Sin mostrar ni un ápice de cansancio y hasta despertarse como todas las veces anteriores.

Recorría aquel camino empedrado y un poco embarrado y se dio cuenta de que en uno de los jardines había un rosal con rosas rojas, sus flores favoritas. Así que se desvió un poco del camino para coger una de aquellas magníficas flores que tanto le gustaban. Sintió como las espinas se le clavaban en su piel y la hacían sangrar, mas no le importaba. Obtenido su premio, lo olió y sintió la bella fragancia de aquella magnífica flor. La cogió con sus dos manos y retomó su camino.

Tras un rato andando, la lluvia paró, nunca antes había pasado tal cosa. De pronto, apareció de la nada una leve luz. Ella se iba acercando con pequeños pasos por aquella nueva situación que nunca había vivido antes. Cada vez que se acercaba la luz se volvía más abundante y empezaba a ser cálida y más agradable a cada paso que daba. Parecía como si la luz la llamase, y ella se acercaba cada vez más y más. Era tan cálida, agradable y cegadora, que cerró los ojos y siguió con los ojos cerrados hacía ella. La luz inundó todo su ser con fuerza y calidez...

                                                                                ***
La puerta del baño seguía cerrada con pestillo y era imposible abrir y además tampoco contestaba a los gritos de su familia.
Cansados por la desesperación, llamaron a los servicios de emergencia, pero cuando ellos llegaron fue demasiado tarde.

Abundante sangre había manado de sus muñecas y nada se podía hacer ya por ella. Su ropa, el suelo y el lavabo estaban manchados de su hermosa sangre. La cuchilla estaba a unos pocos centímetros de su cuerpo sin vida. Un cuerpo sin vida pero con un rostro y una expresión tranquila.

Fue la primera vez y también la última, que ya no podría despertar de aquel sueño jamás. Ella ya se había convertido en una presa de la Eternidad...

domingo, 2 de agosto de 2015

Una nueva andanza

Un nuevo comienzo, un nuevo proyecto... sí, un nuevo proyecto, no sé si éste por falta de entretenimiento o por grandes ganas de volver a escribir y ver de lo que es capaz de plasmar mi joven y entusiasmada cabecita.

Mi cabeza, esa que quiere volver a imaginar y de demostrar al mundo de lo que es capaz, que se ve con energía y fuerzas suficientes después de tener muchas cosas consigo misma.
Esos sentimientos desgarradores y taciturnos que no la dejan en paz y aún así ella es capaz de seguir adelante y ponerse firme como una gran jefa haciendo que siga funcionando todo mi cuerpo, la que deja al resto de mi ser como un montón de escombros, haciéndome demostrar que ella es la que manda y que yo solo soy su juguete, su títere...

Es ella la que con ayuda de sentimientos y de mis manos está escribiendo este pequeño texto. Este texto que en realidad no dice nada, muchas palabras pero realmente vacío, que triste...

Que triste comienzo para un Blog, ¿no creéis?, un espacio abierto en un mundo llamado Internet, donde millones de personas ahora mismo verán esto y lo leerán, ¿por qué?, ¿acaso vosotros y vosotras también os sentís vacíos como este texto? ¿también es vuestra cabeza la que os domina y nubla el pensamiento de una manera tan estridente y melancólica al mismo tiempo? ¿son los juegos de los sentimientos o las circunstancias de la vida?

Preguntas, preguntas y más preguntas... que caprichoso es el destino... "Destino Preguntón" lo llamaría yo, ya que cada día que pasa, no sólo hago estas preguntas, sino que las enredo más y más hasta que se convierten en un gran ovillo. Ovillo que la confunden a ella, sí, a esta señora que no solo me domina, si no que me hace entrar en su cruel juego de querer estirar del ovillo hasta convertirlo en un hilo kilométrico, pero lo curioso es que el juego nos sale mal porque el ovillo cada vez se vuelve más grande hasta que al final mi cabeza se queda confusa, taciturna y pierde todo su semblante. Las "cosas de la vida" lo llaman... al fin y al cabo, serán cosas, sí, pero son como este texto sin valor ninguno: Vacías.